A veces me pregunto qué fue de aquellas palabras olvidadas o expresiones impecables que un buen día desaparecieron de la faz de la Tierra.
Hay una curiosa tendencia a utilizar expresiones rebuscadas para decir cosas simples. Casi siempre son formas más o menos correctas, pero más largas y complejas de lo necesario y su presencia en el habla popular de tan absurda resulta casi ridícula, pero lo llamativo es que se usan como lo más normal del mundo. Este artículo está dedicado a la memoria de D. Fernando Lázaro Carreter, que en su Dardo en la palabra siempre detestó esa tendencia a la formulación más larga.
Los lenguajes tecnológico, financiero o sociológico siempre han incluido términos largos (aunque también se alargan sin razón, como comentan en este artículo), pero que aparezcan en el habla popular es un contrasentido. Es asombroso y absurdo porque justamente en la calle la expresión más simple debería ser bandera.
Recojo aquí para el sano carcajeo del respetable una pequeña lista de esas expresiones muy bobas y totalmente prescindibles que me voy encontrando por ahí, y acompaño con otras equivalentes más simples que parecen desconocerse.
- antes de ayer
Abro con esta expresión tan curiosa porque en realidad no es incorrecta, pero sí absolutamente superflua. Es bastante boba porque, gracias al sofisticado arte de practicar prefijos, existe la palabra compacta equivalente anteayer, perfectamente correcta y que en algún momento alguien ha debido encerrar en algún sótano:
RAE: anteayer
De ante- y ayer.
1. adv. dem. En el día que precede inmediatamente al de ayer. Llegaron anteayer.
- tela de araña
De la misma camada que la anterior, es otra innecesaria y prescindible donde las haya, ejemplo de la afición a un hablar pedante. Por supuesto, en español tenemos una palabra perfecta usada desde hace siglos para decir lo mismo que es telaraña, aunque también parece haber fuerte empeño en desterrarla:
RAE: telaraña
1. f. Tela que forma la araña segregando un hilo muy tenue.
- modus operandi
Hay numerosas expresiones latinas que se conservan calcadas en español para resumir una idea o concepto sabido, y a veces tienen la ventaja de evitar explicarlo con más detalle. En esos casos el latinajo puede ser útil para concretar o abreviar, como motu proprio (por propia iniciativa, sin petición previa).
No obstante, solo es útil si es una forma que abrevia conceptos, que facilita expresar una idea concreta, que si se quisiera decir en el habla normal resultaría más larga o imprecisa. En cambio, si la expresión latina es más larga o compleja que el equivalente en español, el latinajo no añade ninguna ventaja. En estos casos, cuando se usa solo se consigue ser un redicho.
El término en español que falta ahí es la impecable palabra método (o si se quiere palabras largas, procedimiento). Este latinajo usado en ámbito policial (e incluso en zoología, para hablar de la conducta colectiva de alguna especie) es totalmente superfluo y por tanto solo resulta pedante.
- afroamericano
Este término circula por el habla estadounidense debido a que en su cultura el vocablo black (negro) para un ser humano se considera un término racista (!?!), aunque sea muy distinto de nigger que se utilizaba en épocas de esclavitud. En un alarde de corrección política, el término afroamericano, como alusión a su origen antropológico, lo consideran más neutro y correcto.
En nuestra cultura es una expresión muy tonta. Si una persona es blanca, lo más simple y lógico es describirla como hombre blanco o mujer blanca, así que si la persona es negra se puede aplicar lo mismo. A menudo, las connotaciones negativas las aporta quien escucha. En nuestra lengua hubo otra expresión parecida muy redicha que también buscaba esa corrección política, persona de color, pero ya está en desuso.
Atentos a una contradicción: si se defiende el término afroamericano, por coherencia tendría que ser exactamente igual de adecuado el término euroamericano para aludir a los blancos, porque tanto los blancos como los negros son igual de foráneos en América. Pruebe el lector a proponerlo a un nativo blanco de Washington o Nueva York.
- a través de
Estupenda forma preposicional que se está extendiendo muy cansinamente por donde nunca hizo ninguna falta, en expresiones tan cargantes como cruzó la montaña a través del túnel / contactar a través del correo electrónico / observar a través del periscopio / adquirido a través de un intermediario. La mayoría vienen de traducir a lo tonto el uso exagerado en inglés del término through, que lo ponen para todo.
Como ejemplo avanzado de la sofisticada táctica de decir las cosas de modo más simple, me place presentar que tenemos en español la amigable y obvia preposición por, que con gran habilidad y deslumbrante ingenio nos da las expresiones siguientes: cruzó la montaña por el túnel / contactar por correo electrónico / observar por el periscopio / adquirido por un intermediario.
En ocasiones la expresión puede requerir matices que la preposición por no consigue, pero todas con ingeniosos ardides son pequeñas variaciones de lo obvio:
adquirido a través de un intermediario → adquirido mediante un intermediario.
a través de las investigaciones → tras las investigaciones
sabido a través de la declaración del testigo → sabido tras la declaración del testigo
conseguirlo a través de la plataforma digital → conseguirlo en la plataforma digital
a través de la mirada de → desde la mirada de
verlo a través de unos prismáticos → verlo con unos prismáticos
educando a través del deporte → educando con el deporte
- con vida / sin vida
Empiezo admitiendo, a mi pesar, que esta pedante expresión está reconocida por la RAE.
RAE: con vida
1. loc. adj. vivo (que tiene vida). Lo rescataron con vida.
Aun así es una enorme bobada innecesaria, porque en español existe desde hace casi un milenio la palabra obvia vivo, que sin la menor duda es la forma preferible (llegar con vida → llegar vivo / mantenerle con vida → mantenerle vivo).
El único uso sensato de la expresión es para indicar algo que contiene vida, que está habitado, como una isla, una ciudad o un planeta: un planeta con vida = un planeta que contiene seres vivos que habitan en él. Eso es distinto de un planeta vivo si es el propio planeta el que está vivo como entidad. Aunque en astronomía el término es más rico, porque un planeta vivo también puede señalar que está geológicamente vivo, que tiene gran actividad volcánica, atmosférica o de otro tipo (como Venus o Júpiter, o los satélites Io o Titán) y por tanto, aunque no tenga seres vivos, no es un astro totalmente inerte.
Pero en el habla popular, por supuesto, el término más llano y correcto es se mantiene vivo/viva, que es de lo que se trata ahora. Y paso en moto de la otra expresión tan o más pedestre aún, lo encontraron sin vida, sublimación casposa de lo cursi. Fijo que cualquiera halla la palabra que falta.
- el día después / el día de antes / el día antes
He dejado de cierre este grupo de especial importancia, porque aparece con insistencia en sus varias modalidades y en los más inesperados entornos. No me irrita tanto su presencia como su impunidad, ya que retozan alegres en frases de la prensa, política, tertulias y conversaciones de bar sin que nadie se espeluzne. Espero no ser el único a quien le chirría eso de colocar adverbios como adjetivos… ¿De dónde ha salido?
Investigando un poco, uno de los primeros usos relevantes de esta expresión fue el título mal traducido de una película: The day after, de Nicholas Meyer (1983). Algún iluminado con menos cultura que un gasterópodo la registró en España y Latinoamérica como El día después, y así entró a la filmografía. Como resultó un éxito de público, la aberrante expresión empezó a calar en el habla popular.
Por supuesto, cualquier hispanohablante cabal puede recordar las buenas palabras desaparecidas: anterior y siguiente, que nos dan las perfectas expresiones el día anterior y el día siguiente, que por alguna ignota razón se dirían ferozmente amordazadas.
- A propósito, no quiero terminar sin citar aquí una vieja palabra que me enseñaron mis padres, y que se diría que está arrancada de todos los diccionarios, víspera:
RAE: víspera
Del lat. vespĕra ‘la tarde’.
1. f. Día que antecede inmediatamente a otro determinado, especialmente si es fiesta.
2. f. Cosa que antecede a otra, y en cierto modo la ocasiona.
3. f. Inmediación a algo que ha de suceder.
4. f. pl. Una de las divisiones del día entre los antiguos romanos, que correspondía al crepúsculo de la tarde.
5. f. pl. Una de las horas del oficio divino, que se dice después de nona, y que antiguamente solía cantarse hacia el anochecer.
Una palabra tan rica y tan llena y, sin embargo, tan desaprovechada… Sugiero saborear con calma las expresiones llegó el día antes / el día de antes y luego esta otra: llegó la víspera. Es como comparar un chicle sin azúcar con un pincho de jamón.
Bueno, esta es una pequeña muestra. Según me vaya encontrando más especímenes, puede que haga una continuación de la lista.
Sugerencia personal: evitemos las expresiones tontas. Sobre todo, las que calcamos sin criterio, por inercia, sin pararnos a pensar lo que estamos diciendo. Conozcamos nuestro idioma y expresémonos con limpieza y claridad. Nuestra voz y nuestra escritura serán mucho más luminosas.
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¿Quieres saber más expresiones raras? Este artículo tiene segunda parte. 🙂