Haz el favor de escribir con cierta ecología: es bueno para ti y para quien te lee. Introduce en tus textos los principios de lo sostenible. ¿Cómo? Así.
- Reduce. Redacta textos cortos, o sea, que empiecen directo al grano, no tengan frases de relleno ni ideas superficiales, generales o consabidas. Tu lector tiene poco tiempo para leerte, recuerda.
- Reutiliza. ¿Tu texto es bueno? ¿Has escrito un título genial? ¿La idea es fantástica? No tengas ningún problema en publicarlo en varios soportes o en diversas versiones: llegará a más gente y, quién sabe, quizás lo que cuentas ayude a muchas personas.
- Cuida el entorno. Vigila tu ortografía, presta atención al diseño, pule tu estilo, crea buenos párrafos, redacta con claridad, construye frases fáciles de entender, escoge palabras precisas… Y repasa lo que has escrito. Nadie tiene por qué aguantar tu morralla textual.
- Comparte. No vives en una isla, de manera que si tienes dudas sobre técnicas de redacción, ortografía o idoneidad de contenidos apúntate a un curso o pregunta a quien sepa. Y antes de lanzar tu texto a las redes o enviarlo a un editorial, procura que un amigo con criterio o un profesional lo lea para asegurarte de que el resultado es el que pretendes.
- Respeta. No le cuentes a tu lector algo que no sea cierto, que no esté comprobado o que ya sepa. Escoge bien tus fuentes y menciónalas. Ojo: no conviertas Wikipedia ni El rincón del Vago en tus referentes principales. Y, por supuesto, huye del corta y pega: es ilegal… y siempre se nota.
- Adopta. Utiliza los hipervínculos a contenidos de otros autores para que quien te lee pueda ampliar la información. Así no solo conseguirás redacciones más breves sino que además podrás centrarte en una sola idea. El formato mini se entiende mejor y se viraliza más.
- Olvida los plásticos. Sé natural: no adoptes un tono que no sea auténtico ni uses un estilo pomposo o rebuscado para compensar tu inseguridad. Tu escritura debe ser la expresión de quién eres, solo así podrás disfrutar cuando redactas.
- Piensa en el mañana. Lo que se publica queda ahí para siempre. Por eso, presta mucha atención a lo que dices, cómo lo dices y la forma en que lo presentas. Tómate tu tiempo para pensar qué idea quieres contar, a quién y cómo vas comunicarla. Y responde a la pregunta sobre qué efecto quieres provocar con tu texto. No tengas prisa en terminarlo ni en repasarlo, no sea que dentro de un tiempo te encuentres nadando en un mar de basura textual que tú solito has creado.
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