Al borde de las 17:00, en Cálamo y Cran, espero a mi invitada mientras preparo el material para la entrevista… Poco después, llega. Lluvia es sencilla con un aspecto algo transgresor, pero sin estridencias, se camufla bien entre los demás. Me pasa a menudo descubrir el buen oficio tras una apariencia de normalidad. La genialidad va por dentro, por fuera solo se ve naturalidad.
Hace un año conocí a Lluvia Beltrán en uno de nuestros cursos, la conocí como correctora, pero ya se notaba que escribía. Después nos encontramos en la autopublicación, pero ya tenía mucho bagaje. Con dos libros Fotografiar la lluvia y Neurogénesis publicados en una editorial, nada menos que 400 ejemplares, buena cifra para un autor novel, ya había conseguido el sueño de un autor. Ahora se embarca en una nueva aventura Lo que encontré en un cajón.
¿Qué es lo que el cajón guardaba?
Relatos de diversa temática escritos en momentos diferentes de mi vida, desde mi época universitaria hasta la actualidad. Eso sí: están distribuidos de forma aleatoria sin indicar en qué años fueron escritos, para que el lector no se deje condicionar. Predomina sobre todo el género realista, pero también hay hueco para la distopía y las reflexiones puntuales sobre algún tema. Me daba pena dejar todas esas pequeñas historias guardadas, aunque algunas de ellas ya las había compartido a través de antiguos blogs.
Lo que encontré en un cajón es cien por cien Lluvia Beltrán, escrito y autopublicado. ¿Qué te llevó a la autopublicación?
Cuando terminé mi novela Fotografiar la lluvia y quise lanzarme a la aventura, lo primero que hice, aparte de promocionarla por las redes sociales, fue contactar con editoriales. Me siento muy afortunada porque desde Algón Editores se mostraran interesados y apostaran por mí, tanto en esta primera novela como en la que le siguió, Neurogénesis, de un género completamente diferente. Como escritora novel y, por qué no decirlo, “novata” en el mundo editorial, tenía diversos miedos y un lógico desconocimiento que con los años he ido solventando. Por desgracia, la editorial tuvo que cerrar y me vi en la tesitura de tener que decidir qué quería hacer tanto con las novelas publicadas como con la que estaba escribiendo. Como le ha pasado a mucha gente, he tenido ciertas reticencias hacia la autopublicación, ya que hay un cierto velo de mala imagen que se ha tejido sobre ella, pero poco a poco se va deshaciendo. Gracias a las redes sociales, al contacto con otros autores y a que yo misma decidí romper ciertos tabúes y apostar por escritores autopublicados para mis lecturas, me di cuenta de la libertad y de todas las posibilidades que la autoedición brinda al autor. Y aunque estuve intentando que pequeñas editoriales se interesaran por mi último manuscrito, desde el principio tuve la certeza de que necesitaba autoeditarme para poder llegar a un público amplio.
Además, tú eres profesional del gremio, como correctora y tras aprender a editar: ¿cómo recuerdas aquella experiencia?
Echando la vista atrás recuerdo ciertos errores de novel como las dudas acerca del contrato que tuve que firmar o el proceso de maquetación. Aunque desde Algón Editores nunca me impusieron ningún criterio o cláusula, hubo aspectos en los que no me fijé y que eran importantes o que podría haber hecho de otra manera. Por ejemplo, no revisé lo suficiente las galeradas cuando me las enviaron, y ambas novelas tienen algunos fallos de maquetación que podría haber evitado de haberlas mirado a fondo. El tema de la corrección fue consensuado y creo que me ayudaron a mejorar el estilo en ambas novelas. La experiencia en general fue buena, aprendí mucho de quienes al principio dirigían la editorial, y en todo momento me sentí muy arropada por ellos, lo cual es muy importante para un autor que está publicando por primera vez y tiene ciertas inseguridades.
¿En qué te limitó publicar con una editorial?
Fue sobre todo en el tema de la promoción. Por un lado, ser publicada por una editorial me permitió “olvidarme” de ciertos aspectos como maquetación, impresión, distribución y contacto con librerías, pero, por otro, eso mismo me coartó a la hora de mover las historias u organizar diferentes presentaciones a las ya pactadas con la editorial. También me limitaba depender de una distribuidora, porque al residir yo en Mallorca los repartos a las librerías son más tardíos y lentos, aparte de lo que de por sí ya te limita vivir en una isla. También hay que tener en cuenta que Algón era una editorial pequeña, con sus limitaciones económicas, pero creo que se podría haber hecho la difusión de otra manera, mucho más activa a través de las redes sociales. Con Neurogénesis, por ejemplo, tuve que hacerme yo misma la promoción, tanto la previa como la posterior, ya que la editorial ya estaba teniendo problemas. Fue en este momento cuando empecé a plantearme los beneficios de la autoedición.
Y para este primer proyecto en solitario ¿cómo te planteas trabajar el márquetin y la visibilidad?
Llevo años moviendo mi seudónimo y dándome a conocer en redes sociales, en Twitter e Instagram con el usuario @lluviapics, en Facebook con la fanpage, y también a través de diversos blogs. Tras la experiencia de Fotografiar la lluvia, a la hora de publicar Neurogénesis me planteé hacer de mi seudónimo una suerte de marca comercial y cambiar la forma de promocionarme. Ya tenía montada mi propia web con el domino lluviabeltran.com en el que había volcado algunos contenidos que tenía en antiguos blogs, aparte de crear nuevos textos relacionados con la escritura y con mi experiencia. Cuando me lancé a la autoedición con Lo que encontré en un cajón, he de reconocer que no di especial importancia a cómo debía ser la promoción, ya que me seguía sintiendo respaldada por Algón Editores aunque la antología de relatos solo estuviera disponible en Amazon. Ahora que me estoy lanzando yo sola a la aventura editorial y que he estado formándome como correctora y como redactora digital, llevo un tiempo trabajando la línea que mejor se adapta tanto a mi público objetivo como a la diversidad de mi trabajo. Tengo más claros mis objetivos como escritora, las temáticas en las que mejor me desenvuelvo y, por tanto, dónde y cómo puedo llegar a un público más acorde al ámbito en el que me muevo.
El futuro es de Las Insurrectas ¿qué planes tienes para ellas?
Las Insurrectas es mi última novela. Sinceramente, cuando trabajé en ella no tenía idea de publicarla, la escribí simplemente por placer, pero después volví a sentir el gusanillo de la publicación y comencé a enviarla a diferentes editoriales. Se trata de una distopía feminista, y quizá por su temática y el desarrollo de la trama he barajado desde el principio la posibilidad de editarla por mi cuenta y hacerle la promoción a mi manera, sin intermediarios, también para poder conectar con los lectores a los que podría gustarle. En el fondo no estoy esperando ya respuesta de esas editoriales, tengo planeado empezar a maquetarla en cuanto pueda y trabajar en el diseño de la portada. No tengo prisa por publicarla, pero tampoco quiero dejarla en un cajón. Ahora que estamos viviendo una suerte de nueva revolución feminista, me gustaría que esta historia pudiera aportar su granito de arena y remover conciencias.
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