Palabras con mucho juego
Meticulosa Mari Tilde:
Se es o no se es, y yo soy un ludópata empedernido. También soy más cosas: electroencefalografista desde hace cinco años, aunque lo que me gustaría es haber sido arquitecto de un ayuntamiento. O ferrocarrilero; me das un tren, una estación, un pitidito… y me haces feliz. Pero no deseo yo ese don, el de la felicidad. Con que la arañara de vez en cuando me bastaría. He probado de todo para desengancharme de mi afición al juego. De hecho yo hago yoga hoy y estuve en un retiro hace poco. Pero nada. Aléjame de los casinos, por favor, que me estoy arruinando.
Otto Medem
Otto, llevas el juego en el cuerpo… y en tu nombre: tanto el de pila como el apellido son capicúa, o sea que se leen igual del derecho y del revés. Hecho que, aislado, carece de importancia, pero unido a otras tendencias que observo en ti resulta muy significativo. Tu inclinación natural al envite te está perjudicando pero, como en tantas otras ocasiones, la lengua es la salvación.
Te va el juego, cierto, porque sin querer jugueteas con los vocablos. Me llamas «meticulosa», dilapidador Otto, y con razón; pero quizás no te has dado cuenta de que esa palabra es pentavocálica. O sea, que incluye las cinco vocales. Como «arquitecto» y «ayuntamiento» que también escribes en tu carta sin apreciar esa singularidad. Y como murciélago, educación y adulterio. Me apuesto lo que quieras a que en nuestro diccionario solo encuentras un término que contiene dos veces cada vocal. Piensa, piensa… ¿Te rindes? Es el adjetivo guineoecuatorial.
No se te da nada mal crear palíndromos, que son esas palabras o frases que, como tu nombre, dicen lo mismo leídas por el comienzo y por el final. Haz la prueba con tus «se es o no se es» y «yo soy». También con «no deseo yo este don», «yo hago yoga hoy» y «arañara» que has escrito. Otto, juguetón, eres un palindromista increíble ¡y no te has dado cuenta!
Tu inconsciente juega sin parar a juntar palabras peculiares, extraordinario Otto. Leo en tu carta «electroencefalografista», el vocablo más largo de nuestro diccionario, con 23 letras y 10 sílabas. Existe «esofagogastroduodenoscopia», una prueba médica que, además de tener un nombre muy largo con sus 26 letras y sus 11 sílabas, suena a muy molesta. Pero el finito DLE no la recoge.
Nos cuentas también que cinco son los años que llevas en tu profesión, y cinco es también el único número que escrito tiene la misma cantidad de letras que la que designa el guarismo y que, otra singularidad, no contiene la e ni la o. Además, y siguiendo con este número tan raro, usas «ferrocarrilero», el único término en español con nada menos que cinco erres.
¿Qué palabra de tres letras tiene también tres sílabas? Suena bien: oía. ¿La pentavocálica con las vocales en orden descendiente? Huele mal: sudorífera. ¿La bisílaba más larga? Menstrual. ¿Qué le pasa a vislumbrándote? Que es el vocablo más extenso sin ninguna letra repetida. En aristocráticos tanto las vocales como las consonantes se repiten en dos ocasiones. Y el término estuve disfruta de la particularidad de poseer cuatro letras consecutivas por orden alfabético: stuv.
Otto querido, como ves hay mucho palabrerío en el que recrearse. Por eso te recomiendo que te mantengas lejos de las tragaperras y que te centres en exprimir ese don tuyo tan innato como sorprendente. En lugar de dilapidar tus dineros ludifica tu lexicón y descubre heterogramas, en los que ninguna letra se repite, como yuxtaponer, centrifugado y luteranismo entre unas cuantas más.
También puedes inventar pangramas, frases que utilizan todas las letras del abecedario. ¿Necesitas inspiración? El viejo Señor Gómez pedía queso, kiwi y habas, pero le ha tocado un saxofón. También El cadáver de Wamba, rey godo de España, fue exhumado y trasladado en una caja de zinc que pesó un kilo. Sin olvidar esta advertencia: Un jugoso zumo de piña y kiwi bien frío es exquisito y no lleva alcohol.
Redimible Otto, no dejes de explorar los anagramas. Esas palabras resultan de trasponer todas las letras de otra palabra. Hay cientos: nacionalista/altisonancia, coleta/lácteo, retener/enterré, nación/canino, directo/cerdito (este me encanta), ecuatoriano/aeronáutico. Y los clásicos jamón/monja y amor/Roma.
En fin, Otto, que jueges. Claro que sí. Pero hazlo bien. Apuesta no por números sino por las letras, terreno en el que ya eres el ganador.