El estudiante no estudioso

El Libro rojo de Cálamo y Cran

Mari Tilde:

¿Qué puede hacer un estudiante como yo para aprobar los exámenes de fin de curso? Me he dedicado a divertirme en este primer año de universidad, y ahora me siento tan culpable y nervioso que no logro dormir, comer ni mucho menos ponerme delante de un libro. ¿Dedico el poco tiempo que me queda a hacer chuletas o me resigno a repetir?

Lope de Vago

Lope, para aprobar solo hay que hacer una cosa: estudiar. Ni se te ocurra usar chuletas en el examen. Los profes no son tontos y te pillarán, además de que no aprenderás nada de nada. ¿Quieres ser un ignorante toda tu vida? Déjame que te ilustre un poco.

La palabra chuleta, el nombre de esos papelitos que pretendes usar para copiar en un examen y suplir así tu falta de conocimientos, ya existía en el siglo XVI. Era sinónimo de algo así como apaño, pues designaba una pieza que se añadía para disimular una imperfección en la pared o en una prenda. Fue en 1926 cuando se convirtió en ese papel fraudulento que pone en riesgo el prestigio académico. Ya ves, Lope, siempre ha habido haraganes, palabra árabe que significa animal y que dio origen a holgazán.

Has de saber que examen viene del latín que, tal cual, significa aguja, en concreto el fiel de la balanza. Como puedes comprobar, alude al peso del conocimiento y su medición. ¿Acaso te da miedo medir tu ignorancia y comprobar el enorme peso que tienen la vaguería y la irresponsabilidad en tu vida? No me extrañaría, descuidado Lope.

La palabra evaluar contiene el término valor, y en efecto se trata de estimar el valor de algo. No hay que confundirlo con valencia que significa algo así como perfecto estado, que es el que has mantenido durante todo el curso, de juerga en juerga y sin dar un palo al agua. Expresión esta, por cierto, de origen naval que se aplicaba a los marineros que dejaban de remar mientras los demás seguían bogando. Te evaluarán con una nota, término que designa una breve advertencia que se escribe para recordar algo. Pues toma nota de tu mala nota y nota lo notable de tu gandulería.

Tu comportamiento, Lopecito, me parece típico de novato, que no es otra cosa que nuevo. Por eso tiene cierta disculpa, o sea de no culpa. Sin embargo, me preocupa que tus padres hayan invertido un dinero en tu educación y que tú no les vayas a devolver nada a cambio… salvo nueve meses de puro divertimento. ¿Sabías que invertir y divertir son primas hermanas? Tienen la misma raíz, vertere, o sea girar y volcar, y solo las diferencia el prefijo: in, con valor de dentro; y di, que añade el significado de desviarse. De modo que con tu diversión te has desviado de la inversión de tus papis. Verás la bronca.

Sí, sí, Lope: siéntete culpable por tus faltas. En especial, por las faltas de asistencia a clase. Aunque, en realidad, ¿qué es un curso en la vida de un joven como tú? Literalmente, un correr, que no currar, como corren los ríos y los conejos que llegan tarde. Como deberías correr tú en dirección contraria a la procrastinación, que en latín es algo así como postergar hasta mañana, y en griego hacer algo en contra de nuestro mejor juicio. Es decir, hacer el tonto.

Bueno, eres joven y tienes unos cuantos años más por delante. Espero que dentro de pocos consigas tu licenciatura, ese papel que, al contrario que las chuletas, no solo manifiesta los conocimientos adquiridos, sino que, además, te libera de una atadura, que es lo que significa licenciarse.

Lope, haz un esfuerzo y aprueba una o dos materias. El año que viene diviértete también, pero no descuides el resto de tus asignaturas, es decir, tus atribuciones, o sea tus facultades; a saber, los poderes que te dará dominar algunas áreas del conocimiento. Igual, hasta le pillas el gusto a saber.

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