Típicos errores de redacción (y qué hacer para evitarlos)
Al abrir el correo te encuentras con un mensaje urgente de tu jefe. Resulta que el informe que debías tener listo para el mediodía, finalmente, lo necesitará a las once. Nervios. Café: más nervios.
Abres el documento en el procesador de textos. El texto está casi terminado, pero sabes por experiencia que casi nunca es suficiente. Nunca es suficiente el tiempo que ha pasado desde la última vez que entregaste a tu jefe un documento sin revisar. Y no quieres que algo así se repita, te hundiría moralmente. Quieres que tu jefe siga confiando en ti para redactar estos informes.
Por fin se abre el documento. Piensas si habrá tardado tanto porque está lleno de errores y el procesador de texto ha estado muy ocupado revisando la ortografía, la gramática, el estilo y todo lo que te puede hundir como redactor. Se supone que eres profesional; debes tener, como máximo… ningún error.
Lo lees despacio. Muy despacio. Más despacio de lo que se mueven los errores para poder detectarlos. Tienes a mano una nota con consejos de tu amiga Ana, que acaba de hacer un curso de Redacción profesional en Cálamo y Cran. Te anotó algunas cosas que debías tener en cuenta:
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No pongas coma entre sujeto y verbo
Bueno, este error ya no lo cometes hace tiempo. Estás completamente seguro. ¿Seguro? Por si acaso, repasas el texto en busca de esas comas asesinas.
Vigila la concordancia entre sujeto y verbo.
Antes de que nadie te vea, corriges una frase que no te había quedado muy bien. Habías escrito: «El Consejo de directores decidieron que…», cuando lo correcto era decir: «El Consejo de directores decidió que…». Suspiros. Café.
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No cometas queísmo
Sí, sí, queísmo. Cómo vas a cometer tú un queísmo. Tienes claro que, si la construcción de la frase pide una preposición de, tienes que escribir una preposición de. Que cuando te das cuenta, te das cuenta de algo. Así que, la frase «El director de la oficina de Levante se dio cuenta de que los clientes querían más…», está bien escrita. Menos mal, ya sabías tú que… Un momento. Hay una frase que te suena mal: «Confiamos que en los próximos trimestres nuestros buenos resultados se consolidarán». Tiene algo mal. Falta algo. ¿Qué es? Sí, ya lo tienes, falta una preposición en. Cuando se confía, se confía en algo. Así que lo corriges, y escribes: «Confiamos en que en los próximos trimestres nuestros buenos resultados se consolidarán».
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Ten cuidado con los anacolutos
Lees también la nota que tú mismo escribiste al lado: «Anacoluto: Inconsecuencia en la construcción del discurso». Ah, sí, cuando comienzas una frase con una construcción determinada, pero luego la rematas de otro modo. Mientras lees el texto abres mucho los ojos, pero mucho, como para que entre entero el anacoluto que acabas de descubrir. Escribiste: «El número de operaciones de venta se espera que aumente en el último trimestre». ¿Cómo!, ¡cómo? ¡Anacoluto, anacoluto! Corriges rápidamente y lo escribes bien: «Esperamos aumentar el número de presupuestos en el último trimestre». Menos mal. Café. Las once menos diez. Café. Café. Café.
La lista de tu amiga Ana es mucho más larga. Pero tu jefe espera el informe a las once y ya no hay tiempo de revisar nada más. Imprimes el informe tal y como está. Crees que ya no contiene errores, pero no estás del todo seguro. De lo que sí estás del todo seguro es de que, en cuanto le entregues el informe, vas a llamar a Cálamo y Cran y vas a inscribirte en el curso de Redacción profesional.