Un compositor descompuesto

El Libro rojo de Cálamo y Cran

La complicada vida de las palabras compuestas

 

Querida Mari Tilde. Soy un canta-autor hispano chileno y me encuentro en una época agri dulce. El caso es que me considero anti-romántico porque me parece lo mejor para mi arte pero… me he enamorado. Eso me hace feliz como un tío-vivo, sin embargo en un santi amén me he convertido en alguien incapaz de dar la bien venida a ninguna nueva composición. Lo encuentro traji-cómico, ya que siempre he creído que el amor es una fuente de inspiración, cuando en realidad actúa como un rompe-olas e impide que se me acerquen las musas. ¿Me abandono a Cupido o priorizo mi salva vidas: la siempre ego céntrica creatividad?

Conrado Remifa

Conrado, lo mismito que el querer, la inspiración viene y va. Así que no escojas nada: disfruta de lo que te dé la vida sin darle demasiadas vueltas, que para los cuatro días que estamos aquí…

Ah, pero no culpes a las musas lo que es una dificultad ortográfica. ¡Cómo vas a componer bien si descompones el léxico! Haces trizas los términos compuestos, que son los que se forman uniendo palabras o partes de ellas.

El asunto no es baladí pues, como en el amor, al unir palabras hay diversas maneras de crear algo nuevo con dos elementos. Por eso nuestra lengua, igual que las cuestiones de Eros, es tan rica y variada.

Hay, fragmentado Conrado, palabras compuestas que no se prestan a confusión porque las tenemos más que asimiladas. Bueno, tú no; tú escribes rarezas como «agri dulce», «tío-vivo», «santi amén», «traji cómico», «rompe-olas», «salva vidas» y «ego céntrica». Lo que más me choca es que te quedas tan ancho después de plasmar semejante barbaridad. No pretendo dármelas de sabelotodo, pero tu problema me hace intuir en ti una enorme dificultad para comprender la honda naturaleza de los vínculos.

No te preocupes, te la explico.

Hay términos que se componen de dos palabras, cada una con significado propio: pavorreal, arcoíris, hojalata, telaraña, asimismo… y cantautor, agridulce, tiovivo, santiamén… De manera que ni el amor es un rompeolas de la inspiración ni la creatividad es en realidad tu salvavidas. Eso son las películas que te montas para seguir viviendo en tu inmadura burbuja de Peter Pan.

Luego están las palabras que llevan prefijo, nieto este de las preposiciones griegas y latinas. Observa, descompuesto Conrado, que en estos vocablos solo una palabra posee un significado fácilmente reconocible. Antirromántico e incapaz tienen prefijo, como también preámbulo, incompleto, interdependencia, asexual, multiorgásmico, expareja… y el propio prefijo, que significa colocado (fixus) delante (prae). Como ves, los prefijos no son autónomos: necesitan pegarse a algo para ganar significado, motivo más que razonable para que no deambulen solos por los textos. Al menos no siempre, ya que a veces sí lo hacen. Luego te lo explico.

Los prefijos son tantos y variados que hasta 2010 la RAE no logró unificar su uso. Desde entonces, como norma general se escriben pegados a la palabra base. De modo que, según parece, cuando te superenamoras también te desinspiras y eso te hiperdesanima.

Pero, como siempre en la vida, hay excepciones. Por ejemplo, escribimos guion entre el prefijo y la palabra si esta empieza con mayúscula o con siglas: anti-Cupido, pre-Romanticismo, post-ABBA… Por eso no son correctas esas rarezas tuyas como «canta-autor», «anti-romántico» y algunas más que has desperdigado en tu carta y que me siento incapaz de reescribir. Por cierto, no es lo mismo el adjetivo romántico que Romanticismo, nombre propio de un movimiento artístico.

E, igual que entre los amantes, a veces viene bien un poco de distancia entre el prefijo y la palabra. La ponemos antes de un par de términos que funcionan como uno solo. Por ejemplo, yo estoy super a favor de que te enamores a pesar de que eso merme tu creatividad. Como ves, ese super no lleva tilde aunque te suene que sí debe llevarla. Y es que los prefijos son anti acento gráfico.

También interponemos un guion entre dos sustantivos o adjetivos que unidos forman una entidad superior a la que tiene cada una. Por ejemplo, tú eres hispano-chileno, así con su guioncito, que es más que solo hispano y solo chileno, del mismo modo que el mundo está lleno de actores-directores, físicos-químicos, escuelas-taller, ciudadanas castellano-leonesas, creadores artístico-literarios, arquitectura hispano-romana, etc. Como ves, debatido Conrado, ninguna tilde se pierde en el camino de formar palabras compuestas; de modo que tampoco tú te pierdas nada de la vida, puesto que con un poco de actitud todo es compatible.

Lo mejor de crear vocablos híbridos es que, como en las cosas de a dos, las posibilidades se multiplican hasta el punto de que podemos inventarnos lo que haga falta. Esas creaciones se llaman neologismos y brotan constantemente en el campo bien nutrido de la semántica. Por ejemplo, para ser un conradomántico hay que estar en contra del amor porque interfiere en la creación artística que, al menos eso crees tú, emana de la egocreatividad…, que solo es posible si te haces un soloconmigomismo. Un tostón en toda regla, no me digas que no.

Yo creo, confuso Conrado, que el cuerpo te está pidiendo que te centres en tus nuevos sentimientos amorosos y que dejes las cancioncitas para el desamor, que también inspira mucho. Así que, que le parta un rayo a tu guitarra y ¡a disfrutar de esta nueva fase erótica! Que no sabemos cuánto va a durar ni si se repetirá.

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