Los incisos

El Libro rojo de Cálamo y Cran

El interruptor incisivo: cómo manejar los incisos

Apreciada Mari Tilde, mi relación de pareja está en crisis (llevamos juntos siete años, que tampoco son tantos pero sí unos cuantos) y ella —que es muy de hablar, la verdad— me reprocha que no la escucho (te aseguro que no es cierto). Dice que la interrumpo cuando habla, yo que soy educadísimo (así fue como me criaron) —y me recrimina que me encierro en mí mismo y que soy incisivo con ella—. También me critica (yo creo, por cierto, que con demasiada insistencia) que no acabo de satisfacerla en la cama (ella lo llama «no llegar hasta el final», que no sé a qué final se refiere, lo confieso, porque yo me quedo dormido al instante).  Ayúdame, por favor.

Fermín Terrupción

Fermín, la comunicación y el placer conjunto son dos pilares de la vida en pareja, de manera que haz caso a tu chica porque algo de razón tiene. A mí también me parece que tiendes a las interrupciones y a postergar el final de las cosas.

Incisivo, dice ella… Pues sí. Verás, interceptante Fermín, tu texto está lleno de incisos. Estos son, como su nombre indica, incisiones, o sea cortes en la oración. Los hacemos al hablar y, es importante que lo sepas, también al escribir para introducir una explicación pertinente o, asómbrate, añadir expresividad o cortesía. ¿Te has dado cuenta de los que acabo de incluir en este párrafo?

Como has podido comprobar, los incisos dan vidilla a lo que escribimos. Pero es bueno que sepas que en general conviene dosificarlos, ya que al ser interrupciones no dejan de resultar molestos. Seguro que es eso lo que le incomoda a tu pareja. Y no solo que la interrumpas a ella cuando habla, sino también que en tu comunicación te eternices con interminables aclaraciones que hacen perder el hilo… y el interés. O sea, obstaculizador Fermín, que eres un poquito plasta. (Juraría que ese es el fondo del asunto… dejando a un lado el tema de la insatisfacción en la cama, claro).

Pero no está todo perdido, retardante Fermín. Veo que sabes que podemos escoger la manera en la que aislamos los incisos. En tu carta, como en un catálogo de tapicería, los muestras y combinas indistintamente entre comas, paréntesis y rayas. Pero las cosas no pueden hacerse tan al tuntún, debes seguir un criterio.

Has de saber que escogemos las comas cuando, por ejemplo, el inciso tiene poca independencia del enunciado. Como ese por ejemplo que he escrito. O cuando, a ver cómo te lo explico, su contenido no se sale mucho del tema que estamos tratando. Al fin y al cabo las comas son pequeñas, y su poder de separación también lo es. Y algo importante: hay que escribir ambas, la de apertura y la de cierre, de modo que si eliminamos el inciso, con sus comas y todo, el enunciado resultante es completo y claro.

Tu novia te dice que te encierras en ti mismo… A ver si va a ser por el abuso que haces de los paréntesis. Estos, con su forma de cápsula, encierran un contenido que goza de cierta independencia con respecto al resto del enunciado. Tanta que incluso podríamos evitar el inciso y crear una oración nueva. Así, en vez de «mi relación de pareja está en crisis (llevamos juntos siete años, que tampoco son tantos pero sí unos cuantos)» podrías haberte evitado la interrupción creando un enunciado independiente y sin esos comentarios personales que no vienen al caso: Mi relación de pareja está en crisis. Llevamos juntos siete años. En esta línea podrías haber continuado durante toda tu carta: sin incisos y con una gran poda de explicaciones que aturden.

Usamos las rayas igualito que el paréntesis: cuando lo que escribimos dentro de ellas posee cierto grado de independencia con respecto a la oración que interrumpe. A menudo esa precisión que se añade tiene poco que ver con el mensaje de la oración principal, pero quizás viene bien incluirla para enriquecer el contenido. Entonces, te preguntarás, ¿cuándo usamos paréntesis y cuando las rayas? Pues para intercalar textos tanto da. Con la diferencia de que la raya, horizontal y elegante, resulta mucho más moderna.

Lo que sí has de hacer es mantener solo una opción, paréntesis o raya, en la misma unidad textual y así te evitas el trajín visual que supone tanto cambio. Además, y al menos esto lo has hecho muy bien, estos signos auxiliares han de estar siempre pegaditos al inciso que intercalan.

Dicho todo lo anterior, tu texto debería reorganizarse y pulirse un poco. Algo así:

Mi relación de pareja está en crisis. Llevamos juntos siete años. Ella me reprocha que no la escucho, que la interrumpo cuando habla, que me encierro en mí mismo y que soy incisivo con ella. También me critica con insistencia que no acabo de satisfacerla en la cama —ella lo llama «no llegar hasta el final»—. Ayúdame, por favor.

Y ya que hablamos de estar pegaditos y de horizontalidad, vamos a lo de no llegar hasta el final. A ver, encapsulado Fermín, ¿es que a estas alturas no sabes que a las mujeres también nos gustan los orgasmos? ¿No te has enterado de que la mayoría de nosotras no los alcanzamos mediante la penetración? ¡Tu chica quiere que te ocupes de este asunto! Y si te entra el sueñecito una vez satisfecho tú, céntrate en ella antes que en ti. Y luego ya haz todos los incisos que te apetezcan, que ya quedará poco que interrumpir.

 

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