Interrogantes lingüísticos

El Libro rojo de Cálamo y Cran

¡Bienvenido a El confesionario! Si es la primera que nos visitas, esperamos que te sientas como en casa en este espacio en el que aprovechamos algunas erratas que recibimos por las redes sociales para ofrecerte una explicación lingüística. Si ya leíste nuestro artículo de «Pecados lingüísticos anónimos», bienvenido de nuevo.

La urgencia y la inmediatez se han convertido en fieles compañeras de nuestra rutina diaria. Por eso no es extraño que no nos dé tiempo a revisar tanto como quisiéramos los encargos que debemos entregar con tanta prisa. Y eso se nota en el resultado.

Escribimos infinidad de mensajes de texto y por correo electrónico y, como queremos hacerlo lo más rápido posible, suprimimos letras, nos olvidamos de algunas tildes, omitimos esos puntos que señalan el final de la oración y esos signos de apertura de las frases exclamativas e interrogativas.

¿Sabías que en la primera edición de la Ortografía de la Real Academia Española solo aparece el signo de interrogación de cierre?

Es cierto que nuestra lengua es de las pocas que emplean el signo de apertura, además del de cierre, en las frases exclamativas e interrogativas. No obstante, no fue hasta 1754 que apareció el signo interrogativo de inicio en la segunda edición de la Ortografía, pero las normas de uso aún no estaban del todo claras ya que se concedió cierta libertad a la hora de usarlo.

En un principio, se recomendó su utilización solo para las oraciones largas, pero ¿qué distingue a una frase corta de una larga?, ¿cuántos complementos o subordinadas debe incluir para etiquetarla de una forma u otra?… Puesto que las preguntas no eran pocas y se acumulaban como las entregas de los lunes, la Academia optó por establecer su uso obligatorio independientemente de la extensión de la frase, ya en 1870.

Unos años después, en 1884, se decidió también que las oraciones exclamativas estuvieran enmarcadas por un signo de apertura y por uno de cierre, aunque en ese momento no eran calificadas así. Hasta 2014, este signo era conocido como signo de admiración; ahora bien, esa denominación no estaba exenta de debate, puesto que este signo no se usa solo para expresar admiración, sino también para mostrar sorpresa, alegría o incluso deseo.

Empleos singulares

Estamos seguros, querida hormiga, de que sabes que estos signos de apertura y de cierre se escriben pegados a la primera y a la última palabra de la oración que enmarcan, pero van separados del período que los precede o los sigue, excepto si después escribimos un signo de puntuación. Pero ¿sabrías decirnos en qué casos podemos encontrarlos separados?

En casos muy concretos, el signo de cierre exclamativo o interrogativo puede tener una cita entre dos paréntesis para expresar duda o sorpresa. Por ejemplo, Tu perro (?) se ha comido mi peluche (!).

Si indicamos la fecha de nacimiento y muerte de algún personaje ilustre, pero desconocemos alguno de los datos, podemos escribir el signo de interrogación de cierre en su lugar: Federico García Lorca (1898‒?). Y, si no estamos seguros de conocer la fecha correcta, lo redactaríamos de la siguiente manera: Emilia Pardo Bazán (¿1851?-1921) o Emilia Pardo Bazán (1851?-1921).

Además, también podemos combinar estos signos para expresar duda y sorpresa al mismo tiempo, aunque recuerda mantener el orden de estos: ¿¡Tu gato te ha robado el atún!?

Y, para cuando quieras expresar mayor sorpresa o duda de la habitual, puedes añadir hasta tres de estos signos ­­—ya sea exclamativo o interrogativos— correlativos: ¡¡¡Ni uno más!!!

En resumen: recuerda siempre que los signos de apertura y de cierre en oraciones interrogativas y exclamativas no aparecen sin su pareja, salvo casos excepcionales, y que es muy importante dedicar el tiempo necesario para volver a leer tus escritos y revisarlos.

¡Nos vemos en nuestra próxima sesión de El confesionario para continuar aprendiendo de los gazapos que nos llegan! ¡Envíanos todos los que encuentres!

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Tania Del Valle

Tania Del Valle

Gestión de la comunicación y redes sociales en Cálamo & Cran. Graduada en Periodismo, ha orientado su formación al mundo de la comunicación, de las letras y de la corrección.

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