Podríamos decir que cuánto se gana en la edición es la pregunta del “millón”, pero no. No es fácil ganar millones. ¿Dónde lo es?
Esto la edición no es muy diferente del resto de actividades económicas, aunque sí tiene algo que la hace diferente, especial y que nos favorece mucho. Tanto editar como escribir requieren una inversión económica muy pequeña. Si tenemos el tiempo podemos darnos “el gustazo”.
La estructura de costes de un libro arroja cifras que pueden echar atrás a algunos. La manera más visual de comprenderla es convirtiéndola en porcentajes donde el precio de venta de un libro sería el 100 %.
En la forma de editar tradicional debemos contemplar los gastos estructurales de la empresa que muy difícilmente bajan del 10 %. Los costes de producción pueden variar mucho con las características del libro y con la tirada, pero, como veremos, hay un porcentaje que no pueden superar para que el libro sea rentable. El autor se lleva entre un 8 % y un 10 % y la distribución tradicional a librerías entre un 50 y un 60 %
Vamos a hacer las cuentas:
- Costes de estructura: 10 %
- Autor: 10 %
- Distribución 55 %
- Total: 75 %
El 25 % restante comprende los beneficios editoriales y los costes de producción. Es fácil ver que si producir el libro nos cuesta más de un 15 % del precio de venta tendremos un serio problema de rentabilidad. De hecho la mayoría de las veces hay que mantener los costes de producción en el 10 %.
Pero además, debemos considerar que dentro de estos costes de producción hay muchos profesionales que realizan tareas imprescindibles. Las traducciones, que generan derechos de propiedad intelectual, conllevan unos royalties como los de autoría, aunque al haber dos autores en un mismo proyecto a veces el porcentaje baje. Los lectores deben asumir que un libro traducido, por necesidad, cuesta más y no puede ser de otra manera puesto que conlleva una tarea añadida que es lo que permite precisamente leer el libro en otro idioma. Ilustradores, diseñadores y maquetadores son otros los profesionales que intervienen en la creación del libro y cuyas tarifas se contabilizan dentro de los costes de producción. A estos costes los llamamos fijos porque se computan por prototipo, se generan una vez y no dependen de la tirada.
Dentro de los costes de producción tenemos también otro tipo de costes: los variables. Son aquellos cuyo importe depende de la tirada. A más ejemplares mayor es el coste total de la impresión, aunque menor será el porcentaje que repercute en cada ejemplar.
Desde el punto de vista de un autor o autora podemos pensar que el beneficio es escaso, pero publicando bajo este método, consigue ventajas interesantes. Primero no corre riesgos porque la inversión la hace el editor, consigue una buena distribución y no debe preocuparse por toda la parte de producción. Quien edita tampoco consigue mucho más en porcentaje y además asume el riesgo de la inversión, pero si tiene una buena selección de títulos puede mantener un flujo constante.
En algunos casos, y en ciertos productos, el ebook puede ser más barato de distribuir. Uno de estos casos es si se vende a través de la web de la editorial. No todos los proyectos pueden venderse así. En los casos en los que sí es viable hay que tener en cuenta que la campaña de marketing, la estructura de tienda online, las pasarelas de pago, la gestión de la descarga de los datos, etc., son estructuras indispensables para la venta y distribución y también suponen costes.
En la autopublicación hay otros porcentajes. El o la autora aquí puede decantarse por contratar una editorial de autopublicación que le ofrecerá, como un servicio editorial, la producción del libro y pondrá a su disposición una red de distribución. También hay editoriales de este tipo que pueden llevar las campañas de marketing. En este modelo el autor contrata los servicios que considera dentro de su estrategia de publicación y corre el riesgo de la inversión. Lo que gane dependerá de lo bien que le salga la operación comercial y de los costes de producción, distribución y marketing en los que incurra.
También es posible ser autor o autora y autopublicarse sin realizar una inversión económica previa gracias a alguna de las plataformas de autopublicación. En esta modalidad la estructura de costes de un libro es diferente. Primero se contabilizan todos los costes de producción y de distribución (no solo los de envíos de libros en papel, sino toda la estructura web para poner el libro a la venta). Lo que gane el autor o autora dependerá de los costes que establezca la plataforma y del precio que él o ella ponga al libro. Sin embargo, hay que tener en cuenta que hay un rango de precios que es fomentado por la plataforma y otros que son penalizados. Al final, aproximadamente al autor o autora le quedará en torno a un 30 % del precio de venta. Eso sí, deberá asumir la producción informática del archivo, la cubierta, la subida a la plataforma de todo el proyecto y, por supuesto, el marketing y la visibilidad del libro al cien por cien, sin ayuda de ninguna editorial.
Sin embargo, los libros no son lo único que da dinero en el sector editorial. Dejando al margen la venta de derechos, premios y concursos y otro tipo de actividades, hay una serie de iniciativas relacionadas con los lectores y con su forma de disfrutar nuestros libros que se pueden convertir dinero.
En un mercado tan inmenso como el actual no podemos escribir o publicar un libro y pretender que los lectores nos encuentren, nos compren, nos lean y esperen atentos a que publiquemos otra cosa para comprarla.
La relación de los escritores y editores con los lectores no es una relación epistolar a larga distancia propia de un amor platónico e imposible. El público quiere participar, vivir la lectura, comentarla, compartirla y a cambio nos darán mucho. Nos darán ideas, nos harán de altavoz, de prescriptores y nos darán apoyo y difusión.
En internet se denomina monetizar al proceso de convertir un activo en dinero. Pero, por supuesto, también en el mundo offline (hasta la generación X conocido como “de toda la vida”) hay fórmulas para generar dinero a cambio de valor.
La lectura es también una excusa para practicar el ocio cultural para conocer personas para comunicarse con ellas y para crecer. Como escritores y editores ¿somos capaces de dar todo esto a nuestra audiencia?
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