Corregir de más: la ultracorrección pasa factura

El Libro rojo de Cálamo y Cran

El ultracorrector incorregible: la ultracorrección

Mari Tilde, no he conseguido aficcionarme a la vida, y eso que sigo los consejos de los pódcasters de autoayuda, de los que me confieso radiooyente porque para mí son péritos en felicidad por mucho que algunos los llamen pseudopsicólogos. Lo peor es que esta falta de aficción vital me afecta la líbido, y ya mantengo mi miembro siempre fláccido aun haciendo un sobreesfuerzo. ¿Podrías contraargumentar mi obscuridad existencial y reemplazarla por una actitud mejor, Mari Tilde? Sin disgresiones, por favor.

 Roberto Domal

 

Roberto, juraría que esa flacidez física y vital tuya se debe a una tendencia que detecto en ti: corregir lo que no hace falta. Ese perfeccionismo te tiene desvitalizado, no es bueno para ti ni para tu escritura.

Al escribir incurres en la llamada ultracorrección, hipercorrección, hipercultismo   o hiperurbanismo. Demasiados nombres para expresar algo muy simple:  creer como incorrecta una palabra que no lo es y añadir alguna que otra letra para, se supone, mejorarla. Cometes este error porque confundes términos que se parecen. Qué fácil es liarse con las cosas, ¿verdad, Roberto? La vida es complicada…

Escribes «aficcionarme», «aficción» y «fláccido», duplicando innecesariamente esa c que por sí sola se las apaña divinamente. Haces un sobresfuerzo, que no «sobreesfuerzo» como escribes tú, tan estéril como ese empeño que pones en que tu entrepierna siga tus órdenes. Y digo estéril porque ciertos mecanismos hidráulicos, y este lo es, son el resultado de los deseos y no de las obligaciones. Igual si dejas de esforzarte y te limitas a gozar la cosa sale sola.

Y ojo, porque escribes «mi miembro» con la ultracorrección que supone en nuestra lengua añadir adjetivos posesivos a las partes del cuerpo. Que ese apéndice es muy valioso para ti lo doy por hecho, también que en otras lenguas sí lo preceden de un posesivo. Pero en español no se pone.

Podcast es una palabra inglesa que se ha castellanizado con tilde por ser llana, pódcast. Hasta ahí muy bien, atribulado Roberto. Pero si escribes el plural, no lo hagas en inglés con la tilde española hipercorrectora. Menudo engendro.  O lo dejas tal cual, sin el plural que nos recomienda la RAE, los podcast, o te pasas directamente a nuestra lengua nativa: los podcasteros.

Otro hipercultismo que cometes es convertir en esdrújulas algunas palabras que no lo son. Ya sé que ese acento en la antepenúltima sílaba aporta la pátina de erudición que tiene el griego clásico, pero no. Ni «périto» ni périta, ni «líbido» ni líbida: perito y libido, llanas y sin tilde.

¿Y qué decir de otro perfeccionismo llamado conservadurismo ortográfico? Pues que tú también lo incluyes en tu catálogo. Designa la tendencia a conservar todas letras que en su día llevaron determinados términos pero que ahora ya, debido a un uso extendido y por tanto simplificado, no son necesarias. Si relees tu texto te toparás con varios ejemplares: «radiooyente», «pseudopsicólogos», «contraargumentar», «obscuridad» y «reemplazar», además de ese «sobreesfuerzo» antes mencionado y ya descalificado. En la mayoría de los casos, esa duplicación de la vocal se elimina, y lo mismo sucede con la complejidad en la pronunciación que producen determinadas consonantes juntas. ¿Es incorrecto escribir esas letras? No, es innecesario… y cursi. Por eso, remplacémoslas por la versión simplificada. Así, todo sería más sencillo si los radioyentes contrargumentasen lo que oyen, en lugar de tragárselo sin pensar. Porque hay muchos seudosicólogos, e incluso sicólogos, que viven de mantener a su audiencia en la oscuridad para seguir haciendo caja.

¿Hago yo «disgresiones», apático Roberto? ¡Nunca! Tampoco digresiones, que la brevedad es una de mis no pocas virtudes. Claro que dis es un prefijo que, como en disculpa y en discordia, indica negación entre otras cosas. Pero digresión viene del latín digressio, sin s, que significa alejarse. O sea, irse por las ramas.

En fin, Roberto, que lo mejor que puedes hacer es apearte de ese perfeccionismo hipercorrector, centrarte en lo mejor de la vida y dejar pasar los defectillos que siempre estarán ahí por mucho que nos empeñemos. Seguro que ese miembro flácido del que nos hablas pronto recuperará su erección. Y esta vez sí, esta vez ponemos esa c duplicada, que de las cosas buenas de la vida siempre es mejor pedir ración doble.

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