Se empieza, faltaría más, por el gusto por la lectura y las letras. Una gota (o varias) de amor por el lenguaje también son imprescindibles y, si eres de esos meticulosos que van buscando en la librería más especializada de la ciudad la edición revisada de ese clásico perdido, no le des más vueltas: eres un editor en potencia.
Pero, ¿cómo empezar? Y, sobre todo, ¿qué es un editor? No hay una respuesta fácil: un editor es el que controla todo el proceso, desde la idea editorial en bruto hasta que se llega al público, en el formato que sea. Él es un director de orquesta y los músicos son los escritores, correctores, maquetadores, traductores y demás técnicos que intervienen en el proceso de edición. Su visión debe ser amplia y sus decisiones tomadas con conocimiento y rigor. Para eso es imprescindible la formación por un lado y la experiencia por otro.
Son muchos los ejemplos de grandes editores que empezaron como piezas del engranaje que es el proceso de edición y que acabaron creando sus propios sellos editoriales. Sin importar su formación anterior y únicamente con la pasión por la lectura por bandera. Gonzalo Pontón entró de corrector en Ariel, fundó Crítica y, no contento aún, después de jubilarse de Planeta, ha fundado una nueva editorial: Pasado y Presente. José María Valverde, filósofo de formación, fue escritor, traductor y editor de grandes clásicos. Francisco Porrúa empezó como corrector, tradujo con distintos pseudónimos y fundó Ediciones Minotauro con la que publicó, entre otros, Rayuela o Cien años de soledad. Amparo Soler, cofundadora de Castalia, también empezó como correctora. Mario Muchnik, licenciado en Física por la universidad de Columbia, estudios en principio alejados del mundo de las letras, pasó por distintas editoriales antes de decidirse a crear su propio sello.
Son muchos los caminos que te pueden llevar a ser editor, ¿cuál es el tuyo?