Hace años que traduzco. Empecé poco a poco, por aquello de que siempre me gustó escribir, que hablaba inglés y francés, y, si soy totalmente honesta, porque era mi profesión frustrada. Fui a la universidad, pero estudié Administración y Dirección de Empresas, y trabajo tras trabajo, siempre que había oportunidad de traducir textos a español o hablar con angloparlantes o francoparlantes (con los que el resto del personal no conseguía comunicarse) me ofrecía alegremente voluntaria.
Así, un día, empecé a trabajar como freelance y uno de los servicios que ofrecía era el de traducción. Y fue así como también me di cuenta (definitivamente) de que necesitaba una formación especializada. Pero no quería volver a pasar por una carrera universitaria, ya tenía cierto nivel como profesional y lo que necesitaba era practicar, ser corregida, encontrar los errores, tener una buena base de la teoría, pero, sobre todo, profesionales a la escucha que me ayudasen a mejorar.
En mi búsqueda de información también decidí que tener un título avalado a nivel internacional me resultaba necesario a la hora de conseguir nuevos clientes y cobrar tarifas más altas, sobre todo teniendo en cuenta que vivo en Reino Unido. Y así fue como elaboré mi estrategia, que básicamente consiste en:
- Profesionalizar de manera evidente mi práctica, a través del curso de Traducción profesional en Cálamo y Cran.
- Presentarme al examen del Diploma in Translation, diploma reconocido internacionalmente, aunque según cuentan, bastante difícil de aprobar.
Este diploma, que convoca The Chartered Institute of Linguists (Reino Unido), se obtiene al aprobar un examen que tiene lugar en enero de cada año, durante un día, en el que los candidatos realizan tres traducciones: un texto de temática general de unas 600 palabras durante 3 horas; uno semi-especializado (a elegir entre tecnología, negocios y literatura) de unas 450 palabras durante 2 horas; y un tercero, también semi-especializado (esta vez a elegir entre ciencias, ciencias sociales o jurídico), de 450 palabras para el que también hay dos horas. La característica más importante de este examen es que no se puede utilizar ningún tipo de tecnología, ni siquiera procesadores de texto. La traducción se realiza a mano (estoy volviendo a coger práctica, porque hay que entregar un texto claramente legible), el único material de consulta que se puede utilizar es en papel y lo tienen que aportar los propios candidatos.
Hay cursos específicos para preparase este examen, pero no incluían la teoría y yo sentía que necesitaba más información y formación. Había oído hablar muy bien de Cálamo y Cran, les había visitado cuando estuve en Madrid, así que me decidí a prepararme con ellos, ya que, aunque el curso no está específicamente diseñado para este examen, sí para convertirnos en buenos traductores profesionales. Creo que es la mejor decisión que pude tomar: antes de empezar, había leído las bases del examen sin entender apenas nada. Ahora que llevo ya un par de meses estudiando con Cálamo, no solo no me hacen temblar, sino que me alegra descubrir hasta qué punto ahora las comprendo y cómo el temario del curso de traducción profesional de Cálamo coincide con las exigencias de las bases del diploma.
Sinceramente, siempre pensé que traducir era una cuestión de conocer muy bien la lengua extranjera y la propia lengua, una cuestión de sentido común y estético en ocasiones. Y aunque sigo pensando que todas estas condiciones son indispensables, ahora más que nunca tengo claro que hay que seguir una formación adecuada. No me refiero solo a conocer cuáles son las teorías sobre traducción más importante o las diferentes corrientes, realmente interesantes; también para conocer las herramientas, la terminología, los procedimientos, sin los cuales no podemos llamarnos traductores profesionales.
La teoría del curso me parece muy completa, pero la parte práctica es donde vemos la aplicación de la misma y donde surgen todas las dudas. Contar con una tutora que responde clara y rápidamente a todas ellas es otra de las armas con las que cuento para la preparación de la prueba. He decidido que, reproduciendo las condiciones del ejercicio, voy a utilizar solo recursos en papel para la realización de las traducciones del curso. Y he de confesar que no es fácil: la inmediatez con la que se encuentra la información en internet facilita la tarea de búsqueda, pero al mismo tiempo, he de admitir que se digiere la información de otra manera cuando se busca en papel y se lee con detenimiento.
En resumen, la experiencia de preparación de la convocatoria y el aprendizaje que estoy realizando en el curso son enormemente positivas. Dudé mucho a la hora de elegir, y puedo decir satisfecha que estoy segura de no haberme equivocado.
Ahora solo queda seguir practicando y practicando, para estar todo lo preparada posible el día D. Y, de todas maneras, al finalizar el curso con Cálamo, podré considerarme a mí misma como una traductora profesional, sin ninguna duda.
¡De hecho, ya estoy pensando en el siguiente curso que voy a hacer con Cálamo!
Marta Santacana
Alumna del curso de Traducción profesional inglés-español