Las carreras de letras no tienen salidas

El Libro rojo de Cálamo y Cran

Estamos hartos de escuchar ese mantra. Cuántos de nosotros teníamos un expediente brillante en Bachillerato y nos miraron con cara de pena cuando apuntábamos que queríamos estudiar Filología, Traducción, Clásicas, Historia, Bellas artes… «Es una pena, con las notas que sacas». Cuántos de nosotros perdimos años aburridos en clases de Administración y Dirección de empresas, en Informática…

Cuántos de nosotros estaremos en oficinas o trabajos a disgusto, haciendo trabajos que no nos realizan pensando aquello de «y si no les hubiera hecho caso…».

Con las carreras de letras no se gana lo suficiente

Muchos dirán «ya, pero se mueren de hambre». Como si los que estudiamos letras estuviésemos condenados a vivir en la indigencia o ser unos parias. Como si nuestras únicas salidas fuesen la enseñanza y las oposiciones.

Vivimos en una sociedad con un concepto de éxito muy acotado. Tener éxito ya no se resume a ser feliz o a estar a gusto con uno mismo. Ahora tener éxito es hacer lo que se supone que tienes que hacer y desear lo que se supone que tienes que desear: ser popular en redes sociales y ganar mucho dinero (o aparentarlo al menos). Tener éxito ya no es tener buenos amigos, es ir a cenar (aunque sea solo) al carísimo restaurante de moda.

Las humanidades llevan más de una década denostándose, tratándose como asignaturas de segunda y los que las elegimos parecemos ovejas negras, descerebradas.

Aun así, la respuesta es un rotundo sí. Sí se gana lo suficiente.

¿Qué carrera tiene mejores salidas laborales?

Amiga, nadie lo sabe. El mundo es capaz de ponerse al revés en seis meses. Cuántas personas se pusieron como locas a estudiar Arquitectura a principios de los 2000 y al graduarse se toparon con la explosión de aquella burbuja inmobiliaria. Cuántas personas estudiaron Administración y Dirección de empresas en 2010 y al graduarse se toparon con una reforma laboral leonina, contratos de becas interminables y trabajos esclavizantes. Que sí, trabajas en una empresa con una marca muy bonita, pero no te da la luz del sol porque cuando sales es, directamente, de noche. Y tampoco ganas tanto. Si me apuras, yo me quedo con ser profesor u opositor. Es más, yo seré ese profesor que inspire y que recuerden mis alumnos. Yo seré ese funcionario que ayuda y no pone problemas.

La precariedad existe. No lo podemos negar. Pero asociar la precariedad a las profesiones de letras es taparnos los ojos. Es más fácil pensar que estudiar una carrera de letras «no es suficiente, es muy fácil» y, por ello, si sus trabajos se precarizan, «ya se lo avisamos, mejor estudia Medicina: los médicos son ricos». Ah, no, que los médicos también sufren precariedad.

Puede que suene romántico, más en estos tiempos rompesueños y de incertidumbre. A la Universidad uno va a formarse, como se forma en el colegio. A convertirse en una persona más plena. A rodearse de personas que comparten intereses, a descubrir, a averiguar de qué forma puedes aportar algo a la sociedad. A finalizar la etapa adolescente y a convertirse en adulto. Y, sí, claro, también uno en la universidad empieza a barajar sus opciones laborales.

Hay que ganarse el pan, amiga.

Entonces, ¿si estudio una carrera de letras me voy a morir de hambre?

Una vez acabes la Universidad habrás tocado un montón de asignaturas. Algunas te habrán encantado y con otras te habrás tenido que pelear para aprobarlas. En los años que dura la carrera habrás asistido a charlas, encuentros profesionales, exposiciones, ferias… Habrás visitado o incluso vivido en otros países. Habrás hecho cursos por ahí y por allá, habrás hablado con profesores, compañeros de cursos superiores, otros amigos. Créeme que en algún momento de esos cuatro o cinco años se te encenderá la bombilla y dirás: «yo quiero tirar por ahí».

Las carreras de letras te permiten, entre otras muchas profesiones, ser editor, corrector, traductor, lector, copywriter, redactor, asesor lingüístico, divulgador, lingüista computacional, profesor de español, creador de chatbots, relaciones públicas, dedicarte al turismo o al ocio, ser director de marketing, gestor de proyectos, periodista, empresario, ministro, administrativo, director de recursos humanos, experto en procesamiento del lenguaje natural o eurodiputado. Son profesiones multidisciplinares y con un desarrollo profesional amplísimo en multitud de campos y sectores. ¡Se pueden hasta compaginar! Y no, no te vas a morir de hambre.

Para conseguir trabajo hay que saber adaptarse. Hay que saber ser ágil y formarse en la especialidad o herramienta del momento. De esa forma serás competitivo. Sí, en este mundo hay que serlo pero qué le vamos a hacer. ¿A lo mejor tenemos que coger las riendas nosotros?

Lo que queremos decir es que nadie, estudie lo que estudie, va a tener una carrera laboral de 30 o 40 (o 50) años fácil. O mejor dicho: plana. Lo que hoy parece una profesión segura (como estudiar Economía), mañana puede verse perjudicada por la llegada de la robotización.
Cuando no llega una burbuja, llega una digitalización, si no una pandemia, una Filomena, una séptima ola o una robotización.

Mira, aquí tienes una herramienta que permite ver qué profesiones se verán afectadas por esa robotización.

Y, por supuesto, de la misma manera que surgen crisis, surgen oportunidades. ¡Cómo no! Ese supuesto desprecio laboral a las personas de letras en la empresa privada se ha revertido. Ahora estamos de moda. La inteligencia artificial en español busca desesperadamente (y eso quiere decir con ofertas de trabajo muy suculentas) profesionales del lenguaje para el desarrollo de diferentes herramientas. Las empresas tecnológicas buscan personas de letras, las empresas privadas buscan personas que redacten, que hablen idiomas, que entiendan diferencias culturales. Y ya que estamos, ¿sabes cuál va a ser la soft skill del futuro? La creatividad. 

¿Entonces qué hago?

Estudia lo que te guste. Estudia lo que te motive, lo que te vuelva curioso, lo que te interese, lo que saque lo mejor de ti. Solo así serás capaz de mantenerte actualizado durante todo el desarrollo de tu carrera laboral. Solo así tendrás la oportunidad de brillar.

¿Te vas a forrar? Quién sabe.

¿Tienes un garaje y un millón de dólares? A lo mejor sí.

Lo que sí que podemos asegurar es que, si tomas esa decisión, el mundo contará con una persona feliz más. Y eso siempre es bueno.

 

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Patricia Gómez

Patricia Gómez

Directora de Marketing en Cálamo y Cran Licenciada en Traducción e Interpretación e Intérprete Jurado de lengua inglesa desde el año 2007

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