2020 está siendo un año raro. A tres meses de que acabe no logramos saber si ponerle la etiqueta de “bueno” o “malo”. Probablemente ha sido el año en el que hemos vivido más en el presente, más en el ahora. Sin proyecciones, sin expectativas. Sin saber qué pasará y con la certidumbre de que todo puede dar un vuelco en cualquier momento.
A la nueva normalidad nos adaptamos a regañadientes, añorando las viejas costumbres. Llegó el confinamiento, el teletrabajo, las jornadas maratonianas, la ansiedad, el caos en las rutinas del hogar, el echar de menos a la familia, a los amigos y a los compañeros de trabajo. El miedo, sí, miedo. Un momento de crisis, un paréntesis probablemente más largo de lo que imaginábamos, al que hemos tenido que adaptarnos a marchas forzadas en el que hemos descubierto que la tecnología es mucho más que una herramienta de trabajo. Es la manera de mantenerse conectado con todo lo que añoramos. No suple un abrazo pero nos mantiene unidos.
Es cierto que nuestro gremio tenía callo en esto de las distancias, estábamos acostumbrados al teletrabajo. En esto hemos sido unos privilegiados. Hemos conseguido mantener al día todos nuestros proyectos, atender a nuestros clientes e incluso aceptar nuevos retos. De hecho, hemos conseguido brillar un poquito más. Y ese es el propósito de estos parrafitos.
En estos tiempos, ha habido una luz que ha conseguido que alcancemos la excelencia en nuestro trabajo de edición para la Unión Europea y mantengamos la primera posición en la lista de contratantes. Y no solo eso, hemos aumentado nuestro equipo de correctores pues se avecinan grandes proyectos. Esa luz se llama Beatriz Fariñas y lleva ya varios años siendo miembro del hormiguero. Brilló en el campus virtual, brilló en sus prácticas en la oficina y brilla ahora desde su Galicia querida. Desde aquí, gracias por tu trabajo, gracias por ese ojo al que no se le escapa nada y gracias por tu profesionalidad. Es un placer contar contigo y con tu amor a las palabras.
Por su puesto, nada hubiera sido posible sin la dedicación de Sara, Lucía y el resto de Cálamo & Cran, que han dado el 200% en estos meses.
Por eso nos mantenemos positivos, esperanzados y agradecidos. Sabemos lo que nos ha costado llegar hasta aquí y queremos compartirlo y celebrarlo con todos vosotros.
Gracias a todos nuestros colaboradores por dar el do de pecho este año pese a las circunstancias. A nuestros profesores, que contestaban dudas y corregían prácticas mientras los nenes guerreaban en la habitación o tenían familiares enfermos. A nuestros alumnos, que han decidido formarse y plantar cara a la pandemia con nuevas habilidades. Al equipo, que no ha dejado de atender, responder y dar el máximo. A los jefes, que han buscado mil formas para reinventarse y nos han proporcionado la flexibilidad que necesitábamos.
Recursos humanos lo llaman. Gracias, equipo.