Te sudan las manos, se te seca la boca, se agita tu respiración, no puedes recordar lo que ibas a decir… Puede que estas sensaciones tan desagradables, habituales cuando experimentamos un bloqueo en el escenario, te suenen. Y es que el miedo a hablar en público es algo más habitual de lo que cabría pensar. Si te has sentido identificado, déjame decirte que no eres ningún bicho raro. Al 75 % de la población le sucede lo mismo: su estrés se dispara cuando tienen que enfrentarse a un auditorio.
La buena noticia es que el miedo escénico se puede aprender a gestionar con la aplicación de las técnicas adecuadas. Para ello te traigo tres herramientas muy útiles, que te van a ayudar a detectar y manejar un posible bloqueo a la hora de hablar en público.
Técnica de focalización para dar lo mejor de ti en escena
Nuestra mente funciona como una caja de resonancia: todo hacia lo que llevamos el foco de pensamiento crece en su interior, se hace más y más grande. Esto aplica para todo tipo de pensamientos y gracias a esto se explica el fenómeno de la profecía autocumplida o efecto Pigmalión. Conscientes del poder de nuestra mente, en oratoria, nuestro ejercicio consistirá en llevar este foco de pensamiento a la hora de hablar en público a un lugar que nos sea favorable. Para ello:
- Céntrate en las cualidades comunicativas que ya tienes y poténcialas.
- No te compares con nadie. Piensa, simplemente, quién quieres ser tú en esa comunicación.
- Fija metas realistas y ten en cuenta que «perfección» y «excelencia» no son lo mismo. La perfección siempre es irreal y nos bloquea perseguirla. Ajusta tus expectativas y busca la excelencia: comunicar lo mejor posible teniendo en cuenta las circunstancias en las que te encuentras.
- Céntrate en el público y olvídate de ti: dirige tus esfuerzos a aportar algo de valor a quien ha venido a escucharte.
Con todo esto, conseguimos cambiar nuestro diálogo interno y el foco de los pensamientos negativos que nos bloquean pasa a otros que nos son útiles para dar lo mejor de nosotros mismos en el escenario. Y lo bueno de esta caja de resonancia, que es nuestra mente, es que no puede estar en dos lugares a la vez, así que practiquemos para llevarla siempre a donde necesitemos que esté. ¡Recuerda que eres tú quien la diriges, nunca a la inversa!
Detén tus pensamientos intrusivos: la parada de pensamiento
¿Y qué sucede si unos minutos antes de comenzar mi intervención me asaltan pensamientos intrusivos que no consigo detener? Para frenarlos, te propongo una técnica muy sencilla propia de la psicología conductista: la parada de pensamiento.
Se trata de una secuencia mediante la cual nos hacemos conscientes de los pensamientos distorsionados que nos están agitando, nos damos a nosotros mismos una orden de parada (puede ser un discreto pellizco en la palma de la mano), buscamos un pensamiento alternativo poderoso en el que realmente confiemos y que nos invite a dar lo mejor de nosotros en esa comunicación y fijamos un nuevo foco de atención. Para ello, enumera series del 0 al 9 cambiando de lugar el 0 (por ejemplo, 1, 2, 0, 3, 4, 5…/ 1, 2, 3, 4, 5, 0, 6…) y continúa hasta sentir que te has calmado. Para finalizar, puede ayudarte a mantener esa tranquilidad conseguida la respiración diafragmática.
Técnica 5-4-3-2-1 para gestionar un episodio de pánico escénico
Cuando el miedo en escena se apodera de nosotros de tal manera que estamos a punto de experimentar un episodio de pánico escénico, se hace más urgente que nunca cambiar el foco de pensamiento. La técnica 5-4-3-2-1 es muy efectiva en estos casos para volver a la calma y conseguir el estado que necesitas para afrontar la exposición en público:
- Identifica y nombra cinco cosas que ves.
- Cuatro cosas que sientes.
- Tres cosas que escuchas.
- Dos cosas que hueles.
- Una cosa que paladeas.
- Aplica la respiración diafragmática.
- Vuelve a la calma llevando tu mente a un pensamiento positivo poderoso.
No te frustres si no consigues la relajación que te gustaría la primera vez que aplicas estas técnicas. Todas ellas son sencillas y muy efectivas, pero la clave para que funcionen está en la práctica. Comienza a aplicarlas en pequeños episodios cotidianos que te causen angustia y, poco a poco, verás los resultados.
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