El hecho de que una mujer sea independiente gracias a su trabajo, tenga los mismos derechos salariales que sus colegas masculinos, atienda las mismas obligaciones hacia sus hijos y mayores que sus compañeros y sea respetada a nivel social solo por su condición como ser humano deberían ser aspectos normalizados en pleno 2018, lo cierto es que no es así. Cada asesinato o acto de violencia machista nos llega profundamente al corazón, entristeciéndonos y haciéndonos recordar que estamos muy lejos de nuestro objetivo.
Por supuesto, la violencia no es solo física: qué decir de los techos de cristal, de la brecha salarial, de la escasez de mujeres en puestos de poder, los micromachismos, las actitudes paternalistas, el amor romántico, el mito de las supermujeres o todas esas creencias que tanto hombres y mujeres tenemos tan interiorizadas que nos resultan naturales hasta que, y gracias al feminismo, caemos en la cuenta de que no, que son comportamientos adquiridos tras años y años en los que a las mujeres se nos ha relegado a un papel secundario en nuestra sociedad.
Hay mucho que hacer y en muchos aspectos hay que empezar desde muy abajo, pero hay sin duda muchas razones para la esperanza. El propio movimiento feminista, fenómenos como #metoo o #másmujeres, la paridad en las instituciones, las famosas ‘malas madres’ o incluso todas las movilizaciones, equivocadas o no, que buscan eliminar o corregir acepciones machistas de nuestro diccionario nos hacen mirar al futuro desde una óptica feminista y llena de ilusión.
Cálamo&Cran es una empresa mayoritariamente femenina. Muchos de nuestros colaboradores son mujeres también. Para nosotras la sororidad era un hecho antes incluso de que se popularizara el término. Mujeres trabajando mano a mano, apoyadas por y apoyando a unos hombres magníficos y respetuosos. Internamente nunca hemos vivido situaciones como las que aparecen en los medios de comunicación y nos sorprende que aún se estén dando desde nuestra pequeñísima microburbuja de felicidad feminista.
Llevamos años celebrando este día como más nos gusta, con las flores y palmeras de chocolate que nos trae puntualmente nuestro querido Antonio. Sin más. Sentimos que esta situación laboral, rutinaria para nosotras, sea tan excepcional en nuestro país (o en nuestro mundo). De ahí el deseo de las trabajadoras de esta empresa de redactar este, digamos, manifiesto y posicionarnos humildemente a favor de la tan necesaria igualdad entre géneros. Por tanto, nos sumaremos a las iniciativas, en la medida de nuestras posibilidades, que se celebran hoy con motivo del ocho de marzo.
Gracias por vuestra comprensión.
Feliz día de la mujer trabajadora.
María, Sara, Patricia, Irene, Icíar, Alma, Almudena, Magda y Celia.