Y de entre todas las especialidades… elegí la Traducción literaria
Yo empecé a traducir libros por casualidad. Comencé mi vida laboral como editora de libros infantiles y juveniles y un día, como todos sabían que tenía los estudios adecuados, que redactaba bien y que hablaba varios idiomas, me preguntaron: “¿Quieres hacer una prueba de traducción?”. La hice, gusté y, desde entonces, supe que la especialidad de traducción que más me gustaba era el de la traducción literaria.
Traducir libros es diferente a traducir folletos publicitarios, contratos, artículos especializados, videojuegos o audiovisuales. Como todo, requiere dominar una serie de cuestiones clave, para traducir a gusto del cliente (el editor, en este caso), y, a partir de ahí, ya todo depende del toque personal de cada uno.
Cuando comenzamos con el curso de Traducción literaria, mi idea era contar en estas clases todo lo que yo aprendí trabajando como editora y traductora a la vez, todo lo que un cliente espera de cualquier traductor literario: cómo presupuestar sus trabajos, cómo realizarlos, qué dudas consultar, cuáles no, cómo resolver dificultades típicas de traducción (registros de personajes diferentes, juegos de palabras, notas al pie, puntuación y diálogos…) y cómo entregar los textos traducidos.
Por cuestiones de tiempo, este curso ya solo lo imparto de forma presencial en contadas ocasiones. No obstante, es posible hacerlo online en cualquier momento.
Si te apetece adentrarte en esta maravillosa especialidad, ¡te espero!