Lenguaje claro: el derecho a entender
«El lector es el centro» es el nuevo lema: redactar para que el lector comprenda el mensaje, para que decida, actúe y responda con toda seguridad. Estamos asistiendo a un giro copernicano en la comunicación. Esta es la razón de ser de las primeras jornadas «En claro» que dan comienzo la última semana de septiembre. Organizadas por Archiletras, Cálamo&Cran e Isabel Espuelas (Trabalengua), nos ofrecen un espacio para la puesta en común sobre los avances de la Comunicación clara —y el lenguaje claro—. Asistiremos al primer encuentro, virtual, con visos de continuidad dada la fuerza y el interés con el que se está implantando esta corriente en empresas y administraciones. En esta ocasión conoceremos la experiencia de las empresas que ya lo pusieron en marcha (IKEA y BBVA); el peso de este cambio en el lenguaje jurídico que implica por igual a ciudadanos, instituciones y empresas; la responsabilidad de los medios con el lenguaje (Fundéu); y la necesidad de formar a profesionales e instituciones para que se preparen para sumarse al cambio (Cálamo&Cran).
Ese giro copernicano —la necesidad de un lenguaje claro— está arraigando porque es la demanda lógica de una sociedad que avanza. Un avance democrático que se manifiesta día a día en la ciudadanía que exige comprender sus derechos para poder ejercerlos; en su rol de clientes, para exigir la seguridad y las garantías de lo que consumen; en la necesidad ampliar su conocimiento de los nuevos descubrimientos científicos y técnicos; en su papel como pacientes, para saber cómo actuar ante el reto de una enfermedad. La ciudadanía quiere entender con claridad el contrato de una hipoteca, las condiciones del seguro o cualquier documento de un proceso legal en el que se vea inmerso. Y para lograrlo, no podemos aspirar a conocer todos los tecnicismos de un lenguaje especializado —aun menos el administrativo o el jurídico—sino que deben ser las entidades las que se dirijan con claridad a la persona con la que contraen una responsabilidad.
El lenguaje claro es el lubricante que dinamiza la maquinaria administrativa, la acelera y simplifica: desde un ministerio hasta un ayuntamiento. Es lógico pensar que una sociedad desarrollada, más consciente, cada vez quiera más democracia, más claridad.
Si bien las primeras iniciativas se tomaron en los años 70 del siglo XX (en los 80 en España, es ahora cuando empezamos a ver los brotes verdes. Todas las iniciativas para lograr un buen gobierno, un gobierno transparente y accesible han incorporado planes relacionados con el lenguaje claro: desde la Carta de derechos de los ciudadanos ante la justicia hasta el Informe de la Comisión de modernización del lenguaje jurídico (ambos textos del Ministerio de Justicia). Todas ellas, medidas que parten desde arriba —de la administración hacia la ciudadanía— quieren cambiar esta orientación para conseguir una comunicación horizontal, clara y directa. Y precisamente esta tendencia coincide con la necesidad de las empresas en su competición por ganarse la confianza de los clientes; aquellos que, en las condiciones de un contrato o en las garantías, prefieren que les hablen claro a que les regalen una vajilla.
El lenguaje claro es un descubrimiento, por pura serendipia, con efectos secundarios: una simbiosis de los intereses de empresas, administraciones, leyes y ciudadanos (y clientes) que aúna el fortalecimiento de los derechos con el ahorro de costes y tiempos para todos.
En las jornadas «En claro» tendremos una semana para asistir a este descubrimiento y cómo sumarse a esta corriente. Unas jornadas imprescindibles.
Os esperamos.
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