En el ámbito de la corrección de estilo, mucho se discute sobre la acentuación, la puntuación, las reglas ortográficas; sobre si la Real Academia tiene o no la razón; sobre cómo ejecutar los encargos, etc. Sin embargo, poco se habla de lo que implica no corregir los textos en sí, sino de corregir sus referencias bibliográficas, sea en el cuerpo o en los listados finales.
Claro, también tenemos que ceñirnos a los variados estilos de referencias, que los hay de todo tipo y color, si se quieren pensar así. Están los que usan notas al pie de página, los que se manejan con paréntesis o los que se sirven de un número en secuencia, y a cada uno de ellos se les asocia una disciplina: derecho, antropología, ciencias de la salud, ingeniería o educación. Además, es preciso aprender a diferenciar no solo cómo se utilizan en el cuerpo del texto; también a saber cómo interactúan sus variantes en los listados finales que mencionaba antes. No es lo mismo el sistema parentético al estilo apa que al estilo Chicago o al mla, ni el uso de las mayúsculas y minúsculas o si se sirven de las comillas o no para indicar títulos de artículos o capítulos de libros. Y ahí no termina, cuando nos vamos a otros tipos de citación como Vancouver o ieee, ya no se usan cursivas para nada, pero sí abreviaturas para los nombres de las revistas, que algunos no se encuentran tan fácil. ¡Qué enredo!
Cuando nos convertimos en correctores o editores, sobre todo al trabajar en el ámbito académico o técnico-científico, parte de nuestra fundamentación radica en conocer diversos sistemas de referencias, interiorizarlos si es posible y aprender en qué se parecen y en qué se diferencian, para limpiar aún mejor los textos. Por ello, siempre he pensado que la corrección y adecuación de sistemas de referencias implica agarrarles el gusto a las minucias, que de eso están plagados todos los sistemas de referencia, pues una vez que ello se ha aprendido pasa como con los idiomas: cada vez es más fácil agarrarle el tiro a uno y unificar, unificar, unificar.
Sé que aprender a corregir referencias no es una de las tareas más divertidas a las que se debe enfrentar un corrector o editor; pero como somos parte de un engranaje que va más allá de nosotros, al lograr ajustarlas bien, con los estándares que requieren, les estamos dando a nuestros autores la posibilidad de que otros lleguen a ellos y los consulten, lo cual redundará en un buen nombre tanto para ellos como para nosotros.
De ahí que te invite a aprender sobre los sistemas que precisa cualquier proyecto académico. Personalmente, he participado en un par de proyectos en los cuales se me ha pedido adaptar, mas no reproducir meramente, tres sistemas de referencia: apa, Chicago e ieee. Por ahora, te invito a consultar mi Manual de citas y referencias bibliográficas, cuya segunda edición se puede consultar en https://bit.ly/2i0r1T9
Ella Suárez, correctora y editora.