Dar clases online en tiempos de pandemia

El Libro rojo de Cálamo y Cran

Hasta 2020 muy pocos enseñaban idiomas a través de internet o se dedicaban a dar clases online. Los que lo hacían solían ser autónomos que principalmente impartían clases particulares a través de Skype o alguna plataforma similar, pero sin atender demasiado a las implicaciones didácticas de este medio.

La videollamada era una forma de suplir la clase presencial, a veces por falta de tiempo o incluso porque un alumno que habíamos tenido en el aula quería seguir dando clase con su profesora favorita, a pesar de la distancia. Pocos lo veían como alternativa capaz de sustituir al cien por cien a la clase en vivo y en directo en el aula.

La tecnología facilitaba ese eslogan tan cacareado de que es posible aprender en cualquier lugar y en cualquier momento, pero las clases en línea, hasta entonces, eran solo una opción de (auto)empleo más para muchos profesores de ELE.

La pandemia llegó para trastocarlo todo: la enseñanza presencial se suspendió y profesorado y estudiantes nos quedamos en casa y nos vimos obligados a ponernos ante la pantalla para seguir enseñando y aprendiendo.

Fue un momento difícil y confuso y que, entre otras muchas cosas (la vida como la conocíamos, nuestra salud, nuestra situación laboral y nuestro equilibrio emocional), puso a prueba nuestra competencia digital.

¿Cómo afrontar ese salto tecnológico que algunos habíamos dado hace tiempo —fascinados al principio; reflexionando más y desacelerando después; probando, equivocándonos, sin prisa…— pero que de golpe era obligatorio para toda la comunidad educativa?

Aquí van algunas claves, que seguramente muchos ya hayáis experimentado:

–       Si tu centro tiene una plataforma educativa (un LMS —learning management system; sistema de gestión del aprendizaje—, un aula virtual en EdmodoMoodleBlackboard CollaborateSchoologyGoogle Classroom o similar), úsala. Normalmente desde ella dispondrás de servicios de vídeo-clase, foros, blogs, cuestionarios, módulos para integrar contenidos multimedia o interactivos, espacios en los que compartir documentos o materiales… Dedícale tiempo a conocer sus potencialidades, pregunta a colegas cómo la están usando, aprende con ellos. Una vez dominada, te ahorrará algo de tiempo, automatizando algunas tareas de comunicación, corrección o evaluación.

–       Si en tu centro no se usa ninguna plataforma o trabajas de manera autónoma, escoge un servicio para verse/oírse combinado con herramientas para el trabajo colaborativo con textos, presentaciones, audios y vídeos, tuyos y de los estudiantes.

–       Para las video-clases, hay servicios gratuitos o de pago, con más o menos funcionalidades: desde Skype (el clásico que ya estaba con nosotros desde hace tiempo) al nuevo indispensable Zoom, pasando por JitsiWebexTeams… Si nuestro alumnado no es muy de encender la cámara, hay opciones de audio chat como Discord.

–       Para crear y compartir materiales/documentos en la nube: textos, presentaciones, audios y vídeos, nuestros y creados por los estudiantes  podemos gestionarlos de manera sencilla con herramientas como DriveDropboxOneDrive…, pero a veces basta con un simple documento colaborativo (una hoja de texto con Riseup Pad o un tablero digital con Padlet, por ejemplo).

Con eso para empezar es suficiente. Cuanto más sencilla sea la herramienta que vayamos a usar, mejor. Que los estudiantes no tengan que descargarse programas o invertir tiempo para aprender a usarlos; si es posible, que no requiera registrarse y que no sean de pago, o se ajusten a tu presupuesto.

Para las videollamadas, tal vez sea interesante diseñar una especie de protocolo: micros ¿abiertos o cerrados?, cómo se organizan los turnos de palabra, para qué usamos el chat, cómo y cuándo compartimos pantallas… Estaría bien hacer alguna sesión de toma de contacto antes de lanzarse de cabeza. Y armarse de paciencia.

No hay que enredarse con más herramientas si ni nosotros ni nuestros estudiantes las hemos usado antes. Hay muchas cosas vistosas y útiles (creadores de infografías, presentaciones, juegos interactivos…) pero casi todo puede hacerse de manera más sencilla. Con el tiempo —y de la mano del alumnado, o gracias a las recomendaciones de colegas— se irán descubriendo y probando herramientas, eso que llaman aprender haciendo. Desarrollar la competencia digital docente no es tarea de un día. Es un proceso que necesita tiempo y un poco de guía, sobre todo si partimos muy de cero.

En mis clases en línea he llegado a dibujar en un papel y enseñarlo por la cámara. Al kit básico digital que no le falte papel, rotuladores, una pizarrilla…

Los contextos educativos actuales son muy variados: semipresenciales o híbridos —con alumnado que alterna el aula con el aprendizaje online—; con clases espejo en la que algunos siguen en streaming las clases presenciales; asíncronas o en modalidad de e-learning autónomo con videotutorías… Sin embargo, más allá de lo técnico, y sobre todo porque no hay una única herramienta mágica o un recurso infalible (y menos que perdure indefinidamente en el universo digital, donde las herramientas y aplicaciones desaparecen a diario), el meollo, como siempre, es metodológico:

–       ¿Cómo diseñar una buena clase no presencial, con su inicio, sus dinámicas, su cierre?

–       ¿Qué tipo de comunicación, participación e interacción fomentar para conseguir un aprendizaje activo y colaborativo?

–       ¿Qué tipo de materiales usar?

–       ¿Cómo proporcionar feedback sobre el aprendizaje?

Y, como sabemos además que la pantalla causa fatiga, podemos intentar que en la clase haya tiempo también para lo analógico o el movimiento: llevar un cuaderno de aprendizaje a mano, dibujar (incluso digitalmente, usando Jamboard o similar), movernos por los espacios en los que nos encontremos, mostrar lo que se ve por la ventana, buscar y manipular objetos personales, alimentos… ¡hasta cocinar!

No nos queda otra que adaptarnos al medio. Olvidemos la «cacharritis» y centrémonos en cómo enseñar/aprender en estos nuevos contextos. Las respuestas al ¿con qué? irán llegando a la par que desarrollamos nuestra competencia digital docente.

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Patricia Gómez

Patricia Gómez

Directora de Marketing en Cálamo y Cran Licenciada en Traducción e Interpretación e Intérprete Jurado de lengua inglesa desde el año 2007

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