¿Debes dar una charla, contar lo que sabes o decir en voz alta eso que tantas veces has pensado? Seguro que esto te ayuda para hablar en público sin miedos.
- «Hacen falta tres semanas para preparar un discurso improvisado», aseguraba el escritor y periodista Mark Twain. Así que, ya sabes, no lo dejes todo al azar. Antes de crear tu guion hazte algunas preguntas: ¿qué quiero transmitir? ¿Qué efecto deseo causar? ¿Me interesa vender algo, convencer, mover a la acción, ganar prestigio, conmover, pedir…? ¿Qué sabe la audiencia de lo que voy a hablar? ¿Qué información podría ayudarle? ¿De cuánto tiempo dispongo? ¿Cómo consigo que resulte entretenido mi mensaje?
- Recuerda: el protagonista de tu intervención no eres tú sino tu audiencia. Tenla siempre presente, no te desvíes de la necesidad de aportarte algo importante con tus palabras.
- Si tienes poco tiempo para preparar tu presentación, céntrate en conseguir un buen comienzo y en ensayarlo. Un arranque llamativo predispone positivamente a quien te escucha, aunque el resto del contenido sea más improvisado. Ten preparada una broma, una anécdota, un dato curioso, una pregunta interesante, una frase sorprendente, una buena cita…
- El entusiasmo es contagioso: empieza con él. Si los nervios te lo impiden, sencillamente sonríe, preséntate, comunica que te sientes feliz de estar ahí (pero no lo inquieto que estás, eso no le interesa a nadie). Expón de qué va la charla y comienza por fin.
- Cuando te encuentres francamente nervioso, arranca tu intervención con un vídeo breve, muy interesante o que cree un buen ambiente. No estaría de más que empezaras a recopilar los vídeos que te han gustado para echar mano de ellos cuando te hagan falta.
- Usa siempre palabras fáciles de entender y oraciones cortas. No te costará demasiado si tu verdadera intención es que tu interlocutor te comprenda, no deslumbrarle. Evita las jergas y elimina los latiguillos. Para descubrirlos, haz un ensayo y grábate la voz: descubrirás cómo suenas.
- Genera imágenes y pon ejemplos que ayuden a quien te escucha a «ver» lo que le cuentas. Ahí van dos ideas: «Si desenrrolláramos todo el ADN de las células de un cuerpo humano, cubriríamos la distancia de la Tierra a la Luna 7.000 veces» o «el ADN de una simple ameba unicelular contiene 400 millones de bits de información genética, lo suficiente para escribir 80 libros de 500 páginas cada uno».
- Repite varias veces el mensaje importante, esa frase que resume tu idea principal. Así te aseguras que por lo menos eso ha quedado bien claro y los oyentes lo van a recordar.
- Considera que estás manteniendo una conversación: no solo hables, también escucha, mantente receptivo y mira a cada uno de tus interlocutores. Interactúa con ellos si es posible.
- Al final del todo, aporta una conclusión y pon un broche final memorable… que podría perfectamente haber sido el principio: una frase, una pregunta, una imagen…
Para terminar, da las gracias: ten en cuenta que la gente te ha regalado parte de su tiempo.
Si quieres poner en práctica estos secretos (y alguno más), te esperamos en:
Cómo hablar en público, un taller de Icíar Gómez.
2, 23 y 24 de mayo
De 16:00 a 17:00
45 euros